“Tulanska”: el testimonio fehaciente de la resistencia, paz y baile.
Pese a todos los pronósticos en contra, el ska ganó.
El pasado domingo 26 de mayo, Tulancingo, Hidalgo; nos regaló un día de mucho ritmo y aguante en las instalaciones de la feria de esa ciudad. Este sitio fue en el que toda la banda amante de los ritmos caribeños, la fusión 2-tone y la explosión de la Third wave se reunió con los talentos más emblemáticos de la escena skasera.
De inicio el festival llevaría por nombre “Tlaskalita” y sería realizado en el estado de Tlaxcala, sin embargo, cuestiones de logística la sede se cambió un día antes de la fecha. Mucho se comentó en las páginas del evento, hubo quejas por parte de asistentes que se trasladaron desde otros estados de la república, se cuestionó sobre lo viable que sería cambiar todo de último minuto, se exijieron reembolsos y sobre todo, fue mucha la incertidumbre que se generó al imaginar como saldría todo… ¡Spoiler!: fue mejor de lo esperado.
Desde temprano, miles de seguidores se aglomeraron en la entrada del recinto, especialmente los integrantes de colectivos que organizaron los tours. Una atmósfera entusiasta se generó desde antes de iniciar. Mucha banda con estilo skinhead y rudeboy, -aquellos de la vieja escuela- esperaban a las afueras del recinto, algunos otros esperaban su turno en la inmensa fila mientras disfrutaban de la charla con los amigos, o la compañía en familia (algunos con sus hijos), había quienes bebían una cerveza y compartían la experiencia de trasladarse a un lugar distinto de último momento con más banda que se encontraron en el sitio; otros más compartían música, experiencias en conciertos anteriores, pero todos compartíamos algo en común: justamente aquella pasión por el ska.
Hasta aquí me había quedado clara la primera situación del día: este evento fue la prueba fehaciente del ska en la forma más pura con su carácter social: unidad y empatía. El evento estuvo plagado de compañeros con conciencia skatalítica: No fascismo, no racismo, mucha fuerza y unidad.
Banderas izando y tres escenarios: Tulanska, Familia y Skatex; fueron los espacios en los que de manera aleatoria se presentaron las bandas. De forma que el evento se dio por iniciado cuando los Rude boys y The peores aparecieron con una explosión del ska de la tercera ola. El espacio que se le brindó a cada banda fue de aproximadamente 30 minutos, los suficientes para ir calentando motores… Más nombres como los Korukos, Las Ultrasónicas, Estrambóticos, LNG SHT y Maskatesta, siguieron con la estafeta. Uno de los momentos más explosivos de la tarde llegó cuando Antidoping tocó uno de los mejores covers del mundo: A message to you, rudy de los míticos The Specials.
Después de un baile de reggae, 8 kalacas hizo explotar la tarde pues en ese momento toda la pandilla se sumergió frenéticamente a bailar. Aunque muchos de los asistentes optamos por el skanking tradicional, la realidad es que la sección de los potentes metales, los riffs de guitarra, la frenética batería la explosión y toda la energía que transmitió la banda dieron paso a que iniciaran de manera repentina los círculos de paz, el slam no se hizo esperar.
Bandas como Inspecter 7, The toasters y Talco deleitaron con la fusión de ritmos explosivos y los ritmos jamaicanos tradicionales. ¿La insignia? Mostrar el que la música –específicamente el ska- no tiene idioma, no conoce de fronteras, el ska es hermandad.
La noche cayó con la presentación de Inspector, The Locos, Liran roll, El gran silencio, Los calzones, Gondwana y los estelares de la noche: Los Auténticos Decadentes.
La noche de ska en la ciudad hidalguense fue una experiencia que demostró que el este género se mantiene vivo. La energía, la pasión se puede disfrutar, también se convierte en un espacio para protestar, la banda que en un inicio llega con fines de goce, durante el concierto se revela, hace protesta. Durante este ritual, hay una lluvia de ideologías, se reconfigura lo vivido y la banda aspira a compartir aflicciones. El espacio es apropiado para el reconocimiento entre la banda skasera, se logra el reconocimiento no solo por la facha, sino que a través de construcciones ideológicas y discursivas que son plasmadas en producciones culturales.
Hay quienes aseguran que el ska está por dar sus últimos latidos, sin embargo, la realidad es como lo dice Inspector: “El ska no está en extinción” Este ritmo posee una diversidad de opiniones y algunas paradojas, pero al ser un género musical altamente inclusivo hace que su escena crezca, ya que su influencia no termina ahí, en el sector musical. Igualmente es una realización externa, se hace palpable y estimula la memoria colectiva e individual, logra que el actor social recuerde quién decidió ser y aquello de lo que forma parte. Se trata de un sector minoritario, pero activo, que se expresa en un territorio específico y dan lugar a una residencia o sentimiento de pertenencia.
El Tlaskalita, Tulanska – o cualquier nombre que al final le hayamos dado- fue una experiencia que destacó no solo por la calidad del cartel, también por su capacidad de reunir a una comunidad en torno a un movimiento musical que sigue siendo relevante y vibrante; pero sobre todo por la calidad de organización por parte del héroe de la semana: Alfonso Olivares Villegas (el tío Skatex) y todo el equipo que, contra todo pronóstico, trabajó en conjunto con él para sacar adelante todo.
El ska sigue vivo, sigue vibrante, porque existimos un grupo de obstinados que apuesta por la contracultura y la celebración de la resistencia mediante la música. Eventos que son testimonios de la celebración, porque el ska es un ritmo que nos ayuda a comprender de dónde venimos y a conocer más sobre nosotros mismos.