Coldplay regresó con Everyday Life…y hay mucho que decir.
Texto: Alma Yasbeth Correa
El cuarteto formado por Will Champion, Jon Buckland, Guy Berryman y Chris Martin anunció su octavo disco de estudio a finales de este año. La expectativa al observar el álbum rompió con lo que ya tenía costumbre la banda. Su aspecto retro no sólo anticipa el sonido concretado, acompaña un mensaje colectivo como no lo habían expresado los británicos desde hace muchos álbumes.
Y no esta lejos de romper con lo que ya habían realizado…
El formato en vinilo obliga a esquematizar el disco en dos partes: Sunrise y Sunset. Cada una compuesta por 8 temas. Se abalanzan entre lo sinfónico, el gosspel, lo acústico y las atmósferas sonoras de la cotidianidad.
Everyday Life tiene espíritu propio. Distinto a sus antecedentes, la obertura inicial (Sunrise) engancha. Sinfónico y ascendente, las partituras entre diferentes cuerdas y el piano remontan a las composiciones orgánicas de sus inicios. La continuidad sonora donde los instrumentos toman protagonismo y se entremezclan con las inserciones ambientales envuelven las líricas de las canciones y regalan momentos catárticos durante todo el disco.
Las letras son completamente colectivas y evidencian problemáticas sociales actuales. El absurdo social, la falta de equidad, la desesperanza entremezclada con la fe, la unión y la alegría de sorprenderse con la cotidianidad brindan altas y bajas sonoras (“…Poor is good for business, cut the forests, they’re so dumb…It’s the opinion of this board that we need more guns.”). La madurez musical y el desarrollo en la creación artística se plasma en las líricas cuya resonancia trasciende a la dimensión política, al reclamo ante la desigualdad y el apuntalamiento a la violencia.
“Trouble in town…
Because they hung my brother down…
Because their system just keep you down…”
Se agradecen los matices de los ritmos provenientes de otras culturas, otras regiones. El gosspel en BrokEn y Arabesque confirman: La banda ha recuperado ese sonido rústico, multicultural, el cual combinado con el eje pianístico de Chris Martin aunado a las guitarras nos devuelve a Parachutes, o a los EP’s como The Big Room o Brothers and Sisters.
Se sigue notando la mano de Rik Simpson para integrar sonidos eléctricos en la totalidad. Es así como los 17 temas del disco se balancean entre lo electrónico, lo acústico…hasta lo sinfónico.
El álbum logra construir de la percepción del caos vivido en los distintos puntos del globo terráqueo, volver a la realidad inmediata con la armonía de que todos los días pasa algo malo, no obstante, hay mucha creatividad y positivismo al confrontar las circunstancias propias de la cotidianidad.
“…Porque todo el mundo piensa que es una cosa imposible…que es cuestión de locos. El problema es que todo es increíble y la gente no lo acepta.”